Introducción

Las masas quísticas del glande representan una entidad clínica poco frecuente, especialmente en pacientes jóvenes. Su diagnóstico puede resultar complejo, debido a que pueden simular lesiones de origen infeccioso o neoplásico, lo cual genera incertidumbre diagnóstica y demora en el abordaje definitivo^{1, 2} . Entre las lesiones quísticas benignas más comunes en la región genital se incluyen los quistes epidérmicos, dermoides y de inclusión, aunque su localización en el glande es extremadamente rara^{3, 4} .

La importancia de estos casos radica en la necesidad de establecer un diagnóstico diferencial preciso frente a otras entidades más agresivas, así como en la intervención quirúrgica temprana que permite confirmar la naturaleza benigna de la lesión y evitar complicaciones funcionales o psicológicas en el paciente⁵ . En este reporte, se presenta un caso clínico de un paciente joven con una masa quística en el glande, con extensión al meato uretral, cuyo estudio histopatológico confirmó la presencia de un quiste dérmico benigno.

Materiales y métodos

Se trata de un paciente masculino de 25 años, sin antecedentes médicos relevantes, que consultó por una masa indolora, de crecimiento progresivo, localizada en el glande, con aproximadamente 18 meses de evolución (Figuras 1a y 1b).

• Examen físico: se evidenció una masa quística blanda, móvil, no dolorosa, de 1 cm de diámetro, que ocupaba parcialmente el meato uretral, sin signos inflamatorios locales ni secreción.
• Estudios complementarios: uretrocistografía retrógrada: contorno regular de la uretra, sin defectos de llenado ni reflujo vesicoureteral (Figura 2a, 2b y 2c). Panel de infecciones de transmisión sexual por PCR: negativo. Procedimiento: se realizó exéresis quirúrgica completa de la lesión bajo anestesia local.
• Análisis histopatológico: la pieza se envió para evaluación diagnóstica.

Resultados

El estudio histopatológico evidenció un quiste dérmico, con acantosis leve, vasos dérmicos dilatados y congestivos e infiltrado inflamatorio linfocitario crónico, hallazgos compatibles con lesión benigna (Figura 3a y 3b). En el postoperatorio inmediato, el paciente evolucionó satisfactoriamente,  con  cicatrización  adecuada y preservación de la anatomía y funcionalidad uretral. A los 12 meses de seguimiento, el paciente permaneció asintomático, sin recidiva tumoral ni complicaciones funcionales (Figuras 4a y 4b).

Discusión

Las lesiones quísticas benignas en el glande son extremadamente infrecuentes, siendo los reportes en la literatura escasos^{6, 7}. Su presentación clínica puede confundirse con procesos neoplásicos, condilomas o quistes de inclusión, lo cual genera un reto diagnóstico para el urólogo⁸. El caso presentado corresponde a un quiste dérmico, entidad que se origina a partir de restos embrionarios ectodérmicos atrapados durante el desarrollo⁹ . Su diagnóstico definitivo solo es posible mediante histopatología, ya que las imágenes y la exploración clínica no permiten descartar otras etiologías con certeza.

El tratamiento de elección es la exéresis quirúrgica completa, que cumple una doble función: diagnóstica y terapéutica. Este abordaje evita recurrencias, mejora la función miccional y preserva la estética genital, factores especialmente relevantes en pacientes jóvenes. En el caso descrito, la evolución favorable sin recidiva a 12 meses refuerza la importancia de la cirugía temprana y del seguimiento clínico adecuado¹⁰.

Conclusiones

1. Los quistes dérmicos del glande son lesiones raras que deben considerarse dentro de los diagnósticos diferenciales de masas genitales en pacientes jóvenes.
2. La exéresis quirúrgica es fundamental para confirmar el diagnóstico y prevenir complicaciones.
3. El reporte de casos clínicos contribuye al reconocimiento de estas entidades infrecuentes y orienta a los urólogos en la toma de decisiones diagnósticas y terapéuticas.